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lunes, julio 03, 2006

Based on a true story..."La A perfecta"

Me pidieron mucho esto, así que aquí va...de alguna manera es una explicación (para todos los que "esperaban más") de por qué hago esto...todas mis decisiones siempre están bien fundamentadas y sí...cada día me convenzo más.


"Corría el año 1997, yo tenía apenas nueve años, no estaba bien, mis notas habían bajado considerablemente y pasé de ser la alumna brillante a ser una mediocre; cosa que no era aceptada en mi casa, pues tenía el ejemplo de mis tres hermanos mayores. Mi autoestima había descendido mucho, me volví muy tímida y no hablaba nada de lo que me sucedía, si tenía miedo, pena o alegría, todo lo guardaba para mí, a veces ni siquiera decía que tenía hambre.
Mi madre resolvió cambiarme de colegio, ya que me trasladarían de sede y para llegar a clases, debería tomar micro y a ella le aterró la sola idea.
Recuerdo que una vecina le contó de dos nuevos colegios que se estaban construyendo: “San Mateo” y “Navarra”, el último es particular y no podíamos pagarlo, así que me inscribió en “San Mateo”, porque la matrícula era más barata y no pedían tantos requisitos, mis padres, por ejemplo, no son casados por la iglesia católica, de hecho, nunca vivieron juntos siquiera. Recuerdo que llegamos con la secretaria y con mucha vergüenza mi madre le pasó la libreta de notas que tenía un 5,7 y la secretaria le dice “no se preocupe, este año recibiremos a todos, ya el próximo año vamos a seleccionar a los alumnos”. Pagó el dinero y nos fuimos de vuelta a casa.
Durante la primera semana de clases, tenía mis cuadernos nuevos y yo anotaba todo lo que me decían, recuerdo que mi profesor era un hombre alto y delgado, hablaba algo rápido pero su aspecto era muy intelectual.
No sentábamos de tres en los bancos, sobretodo las niñas más delgaditas. Un día el profesor me llama a la pizarra, me puse muy nerviosa y temblaba, mi rostro se ruborizó por completo y llegué adelante, el profesor me extendió la tiza, la tomé y me dijo “escriba auto”, lo hice y lentamente fui levantando la mirada, él me dijo “su a es perfecta, por favor escríbame avión; aéreo y después su nombre”. Me sonreí y escribí lo que él me dijo, entonces esta vez volví a mi puesto y a pesar de que todos me veían igual, estas dos palabras que dijo el hombre, calaron tan hondo en mí, que marcaron un antes: la niña tímida y de baja autoestima; y un después: la niña que salía al pizarrón cada vez que se la requería, con una gran sonrisa y hacía disertaciones sin sentir que era una tortura estar frente a un audiencia.
Este profesor se ha convertido en uno de mis mentores, porque he comprendido que puedo influir en las vidas de estas personitas conocidas como educandos y mi compromiso asumido es que sea para bien."

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