Write when needed

sábado, diciembre 16, 2006

Publikando... "Capricho"

Está dedicado a ti, porque eres especial y es mi capricho dedicarte una de mis prosas.


Me prometí que las cosas no serían iguales, no volvería a caer en lo mismo, en tus trampas. Esta vez me he rendido por tu mirada, pero en aquel reflejo que sostienes de tu rostro en el mío, puedo ver más allá de tus dichos y pasar a tus pensamientos, a tus sentimientos y volverme parte de ti en estos inmortales segundos de amor. Si avanzas, solamente pido que no te retractes. No quiero más de tus clichés, no más puestas de sol, no más “te quiero” por cortesía, sino un corazón puro y dispuesto a mostrarse. Dentro de mí has conocido la felicidad, he sentido cómo esos hilos que se entrelazan desordenadamente dentro de tu mente, tu cuerpo, se van lentamente desatando y la entrega es total, esa es la pureza, tu pureza, has cambiado. Me ensordece tu silencio, pero necesito que calles a tus ojos. El lóbrego cuadro que se ha creado entre nosotros me inunda de angustia y soledad, tus hilos me han atrapado, de veras que volví a caer en tu trampa. ¿Es amor? No te creo. Tenemos cuatro paredes, una ventana, una puerta, tu salida son mis labios, mi salida es tenerte, quiero escapar. La luz se ha ido y está bien porque desde que te conozco has odiado lo artificial, lo material y esto deja dos fundamentos en teoría: tu cuerpo y el mío. Cántame otra vez al oído, quiero danzar en esta poética oscuridad sempiterna. No me gusta adivinarte, pero eres predecible. Te has ido, dejándome abandonada a mi suerte, despertándome inesperadamente del sueño que es tenerte cada cierto tiempo para mí sin más. Me deslizo lentamente por el espiral del enamoramiento, del capricho que provocas, seduces a la vida en cada respiro, ondulando el destino en tu meñique. Marionetas de viento se mecen al eco de tu risa y el mar se ha postrado a tus pies, no te mojas. Cada vez que te mueves, el cielo recibe tus diáfanos mensajes colmados de vida, vuelas, sin plumas ni alas, te llamaré mi ángel. Déjame coronarte como el dueño de mi cosmos, llevarás una aureola de doradas brisas marinas, te vestiré de verdes hierbas silvestres y te calzaré de piedrecillas color turquesa. Serás dueño y señor de las tempestades y podrás contemplarme desde la orilla de una pomposa nube.
Me deleito inventándote en nuestra próxima cita impostergable, pero en el vacío de tu adiós tengo caída libre, es lo único que no puedo disfrazar, mas tengo la completa certeza de que volverás.

No hay comentarios.: